Escuela Sabatica
LECCIÓN 2: 13 DE JULIO DE 2024
EL HOMBRE
VERSÍCULO CENTRAL: “Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces de la mar, y en las aves de los cielos, y en las bestias, y en toda la tierra, y en todo animal que anda arrastrando sobre la tierra.” GÉNESIS 1:26.
Lectura Bíblica: GÉNESIS 1:26-31
Dios con su gran poder creo al hombre del polvo de la tierra, lo hizo a su imagen y semejanza, (cabe aclarar sobre el término “hagamos al hombre a nuestra imagen” deja ver un dialogo entre nuestro Dios y su hijo unigénito). El hombre fue creado perfecto y bueno. (Génesis 1:31) pero por causa de su desobediencia a Dios, cayó en pecado, y como consecuencia sobrevino la sentencia. “A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti. Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida.” Génesis 3:16, 17.
El hombre fue hecho con una complejidad total dentro de su cuerpo, posee varios sistemas que están interconectados para su funcionamiento, somos un ser biológico capacitado con un cerebro que es capaz de crear todo tipo de pensamiento, a esta característica exclusiva le llamamos racionalidad. Esta nos permite pensar, evaluar y actuar de acuerdo a los valores inculcados. Este atributo humano hace que la conducta de nuestra especie sea consciente, en lugar de lo instintivo animal, por lo que somos capaces de hacer frente a cualquier problema dando diversas soluciones.
Sin embargo, sabemos que el hombre encaminado a Dios tiene una gran ventaja frente a las adversidades de este mundo, ya que las Sagradas Escrituras son la base que nos muestra la verdad para poder llevar una vida honesta y entregada, dándonos testimonio escrito de nuestro Dios y nuestro señor Jesucristo: “… Un cuerpo, y un Espíritu; como sois también llamados a una misma esperanza de vuestra vocación: Un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos...” Efesios 4:3-6 (Este testimonio lo hemos comprobado en nuestras vidas al ser llenas de bendiciones, al ser escuchadas nuestras peticiones y al manifestarse con cada uno de nosotros).